MODERNA BUENOS AIRES

un programa

El actual panorama del proyecto residencial en la ciudad nos ofrece una inmediata reflexión, la pérdida de compromiso con el problema de la vivienda.
El abandono del problema residencial como núcleo de reflexión, investigación y propuesta del que hacer profesional esta conduciendo a la apatía y banalidad dominantes en la gran mayoría de los edificios destinados a vivienda, sean estos por encargo público o frutos de la especulación privada.
Esta actitud desprejuiciada es, al mismo tiempo, la piedra fundamental a la hora de definir implantaciones o la forma de relacionarnos con la ciudad construída.
Esta premisa sumada a un estudio exahustivo del “ilustre vecino” fue lo que llevó a delinear la estrategia de intervención de nuestro edificio.
El edificio “La Colorada”, prototipo de la arquitectura inglesa post-industrial, enuncia con sus patios laterales el problema del “enganche” con el entorno.
La estrategia consisitió en duplicar uno de esos patios generando un vacío de enorme tensión que se convierte en el acceso del conjunto.
Toda la fuerza expresiva de este espacio se concentra en el diálogo de las fachadas; la “nueva” toma la misma relación de llenos y vacíos y el lenguaje ladrillero, produciendo ciertos cortes que evidencian otras tecnologías.
En el tratamiento de la ochava el elemento distintivo es la columna cilíndrica que actúa como punto de rotación de los aleros acentuando tanto el efecto cinético de la composición como la fuerza centrífuga del vacío.
Cada planta del edificio aloja tres estudios a saber: Uno al frente, que se extiende alternadamente a lo largo de la fachada sobre la calle Cabello y la fachada del patio de acceso, el segundo, con la piel de vidrio espejado, termina de configurar el fuelle con “La Colorada” y comparte con el tercero, el mas pequeño, la fachada del contra frente. Tanto la piel de vidrio espejado como el tabique de hormigón visto imponen un segundo orden de lectura mas sutil que la voluntad escultórica de la esquina.
El enderezamiento de la fachada con respecto a la línea municipal, el cambio de material y de textura (no de color) y la pérdida formal de la ochava indican la finalización del edificio vecino y el comienzo de un abigarrado escalonamiento que busca dialogar con el panorama urbano de la manzana.
Este edificio enfatiza que el proyecto colectivo (el urbano) tienen naturalmente preeminencia sobre el proyecto arquitectónico, y nos recuerda que el valor del sitio es siempre mayor que el del edificio.